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La inducción en hipnosis

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La inducción en hipnosis consiste en que un sujeto siga las sugestiones que realiza el hipnólogo. Para conseguir esto, se inicia una sesión en cuya introducción se le hace creer al sujeto que está ya sigue estas inducciones.

Estas inducciones consisten en una batería de sugestiones que consiguen llevar a las personas a relajarse y a focalizarse en una serie de experiencias internas, denominadas como propioceptivas.

Estas experiencias incluyen pensamientos, sensaciones y emociones (British Psychological Society 2001), por tanto, podría decirse que la inducción en hipnosis consiste en la interacción entre dos personas (hipnólogo y cliente).

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¿Cómo se realiza la inducción en hipnosis?

La atención de la persona que se encuentra en hipnosis, se focaliza de forma guiada, hasta conseguir que quede absolutamente concentrada en los detalles de la experiencia. El foco de atención o focalización de la atención puede ser amplia, borrosa, con abstracción en varios elementos, mientras que la dirección a donde se guía la atención, puede ser abstracta, o no tener dirección definida. (Teleska y Roffman 2004).

Las personas responden a las sugestiones con un aprendizaje (Cangas y Pérez, 1997), que se denomina aprendizaje significativo, y que supone la base del condicionamiento operante de Skinner. Una vez realizado esto, se refuerza el aprendizaje significativo mediante un reforzamiento positivo que lo fije en la memoria. Una conducta aprendida y reforzada mediante las sugestiones resulta intrusiva en la conducta (Yeates, 2002) produciendo un moldeamiento, es decir, la conducta se moldea lentamente mediante la sustitución de la conducta anterior (supuestamente patológica) por la nueva conducta aprendida y reforzada (sin patologías) generando una habituación, con sus correspondientes respuestas adaptativas.

¿Qué tipo de inducciones existen en hipnosis?

En hipnosis existen básicamente dos tipos, la inducciones y las instrucciones. Las primeras son de carácter cognitivo, que puede ser introceptivo o extroceptivo. Se utilizan para el proceso preparativo de la focalización atencional, sin la cual la hipnosis no es posible, y también para la terapia cognitiva o hipnosis cognitiva.

Las instrucciones tienen una aplicación prácticamente exclusiva de carácter comportamental, y se utilizan para la terapia conductual de moldeamiento. También se utiliza ocasionalmente para la hipnoanalgesia o analgesia hipnótica, aunque es poco común.

En la hipnosis moderna (Siglo XXI) tanto las inducciones como las instrucciones tienen el mismo valor y peso terapéutico, sin embargo, al igual que ha sucedido en la psicología no siempre fue así. En el siglo XIX se empleaban básicamente las inducciones, sin demasiadas pretensiones cognitivas, puesto que la psicología y la hipnosis cognitiva no existían aún. Sería conveniente esclarecer que una inducción es una sugestión introducida mediante hipnosis.

la inducción en hipnosis

A medida que avanzamos hacia el siglo XX las inducciones se fueron sofisticando y mejorando, dividiéndose en dos tipos:

  • Inducciones positivas
  • Inducciones negativas

Los conceptos teóricos en esta época eran muy simples, por tanto se consideraba como una inducción positiva todo cuanto se refería a condicionar a las personas respecto a lo que podían lograr, mientras que las inducciones negativas estaban dirigidas a condicionar respecto a todo cuanto no podían lograr.

Un ejemplo claro de inducción positiva, muy utilizado en escenarios de la época, era condicionar a la persona respecto a la rigidez muscular que podía lograr. Se llegó a conseguir cierta habilidad induciendo esta propiocepción, siendo común que demostrasen su eficiencia colocando a la persona en posición horizontal apoyada únicamente entre dos sillas que la sujetaban a la altura de los tobillos y el cuello.

Para mejor demostración de esta inducción, a veces colocaban peso sobre el estómago de la persona, lo que al final solía acarrear lesiones. Esto impresionaba tanto en los escenarios de principios del siglo XIX que la hipnosis se hizo rápidamente popular. Aún no se conocía tampoco el efecto placebo ni nocebo, por lo que estas inducciones tenían una aplicación más escénica que terapéutica. En la primera década del siglo XX se añadieron dos variaciones más de inducción, denominadas autoritarias y permisivas, en una especie de «poli bueno y poli malo» de la época. El «poli malo» ordenaba de forma imperativa lo que la persona debía hacer.

Esto resulta muy interesante desde el punto de vista de la psicología, ya que funcionaba como anticipación del experimento de autoridad de Milgram, que no se realizaría de forma empírica hasta años después. Las inducciones permisivas eran «el poli bueno» que permitía a las personas elegir (normalmente entre dos opciones), también muy interesante desde la psicología, ya que de ellas se derivará la posterior hipnosis indirecta o ericksoniana que Milton Erickson sudividiría aún más, en forma de sugestiones con preguntas de acceso, e ilusión de alternativas.

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El reino de las instrucciones

No debemos adelantarnos, en esta época Milton Erickson sólo era un adolescente con problemas de polio. De repente todo cambia. Este tipo de cosas tanto en psicología como en hipnosis empiezan a considerarse «tonterías» sin fundamento científico, y socialmente empieza a despreciarse todo aquello que no pueda ser demostrado de una forma empírica en laboratorio.

Esto implica que cualquier ensayo que pretendiera ser científico, debería poder repetirse en el laboratorio y obtener positivos por encima del 25% considerado como azar. Todo un problema para la psicología, y aún más para la hipnosis, incapaces ambas de presentar resultados por encima de esta cifra.

Aquí comienza la dictadura del conductismo, implacable con todo, donde el laboratorio de psicología es el centro del universo, y donde Skinner crece, hasta convertirse en el «increíble Hulk» del conductismo. La hipnosis en este «ambiente tiránico» del laboratorio a ultranza no puede quedarse atrás, y comienzan a crearse los primeros laboratorios de hipnosis, donde con el tiempo, el laboratorio de hipnosis experimental de la universidad de Carleton, dirigido por Nicholas Spanos llegaría a ser el referente.

En esta época donde la la psicología conductista es la reina, y el cognoscitivismo se considera una «charlatanería«, la hipnosis directa dirigida por Clark Hull se alza como única hipnosis científica posible. La hipnosis directa, por supuesto, no contemplaba las inducciones entre sus técnicas, ya que eso estaría mal visto en la época. Las instrucciones, que frecuencia se denominaban «órdenes«, y cuyo nombre conservarían durante años, eran todo el arsenal terapéutico que la hipnosis utilizaba en el ejercicio de la hipnoterapia.

En este contexto, las escalas de susceptibilidad de Stanford creadas por Hilgard y Weitzenhoffer fueron bienvenidas. Sin embargo, la hipnosis directa cayó victima del propio conductismo, ya que como hipnoterapia no podía «romper» la espada de Democles del 25% en muchas aplicaciones terapéuticas, y la psicología conductista tampoco. Todo funcionaba muy bien con animales, pero no tan bien con las personas.

En este ambiente se forja la revolución popular del cognoscitivismo que naturalmente afecta a la psicología, pero también a la hipnosis. El «comandante revolucionario» de la hipnosis naturalmente fue Milton Erickson, que se alza no sólo contra la hipnosis directa institucionalizada, sino también contra su rey Clark Hull, que es también su profesor de hipnosis.

En esta época no se concebía una deslealtad mayor, lo que supuso la enemistad entre ambos de por vida, máxime teniendo en cuenta que no era la primera vez que pasaba algo así. En el pasado, un simple médico de pueblo (Libeault) se atrevió a alzarse contra el todopoderoso Charcot y la escuela de la Salpêtrière, ocasionando también la animadversión eterna, y no contento con esto, crea su escuela propia (escuela de Nancy).

El retorno de las inducciones

La revolución de Milton Erickson retoma las inducciones en desuso, y lo que era aún peor en la época … «con pretensiones cognitivas«. Por si esto no fuera suficiente, además añade nuevas inducciónes como la confusión (que en realidad no era suya, sino de Janet), las inducciones intercaladas, la omisión, los verbos inespecíficos, las nominalizaciones, las presuposiciones, las preguntas incorporadas, las órdenes encubiertas (aquí aún se aprecia la influencia de la hipnosis directa de Clark Hull), la ambigüedad, y naturalmente las metáforas que distinguirían su método y le sobrepasarían en la historia.

El conocimiento científico actual nos ha hecho ver la «escasa» eficiencia cognitiva que en en realidad tenía esta batería de inducciones, que sus pupilos reproducirían de forma fiel durante décadas, y aunque Milton Erickson se alza como «libertador» de la tiranía conductista de la hipnosis directa, con su «terapia centrada en el paciente«, lo cierto es que la realidad clínica no mejoró sustancialmente (algo que frecuentemente suele pasar con las revoluciones).

La evolución era inevitable, y era necesario continuar avanzando. Como siempre, esta evolución vino de la mano de la psicología, con la psicología cognitiva, que afectó a la hipnosis de forma importante, ya que por primera vez la psicología contempla los parámetros de percepción, atención y memoria, y … !OH DIOS MIO¡ resultó ser que la hipnosis no era ningún tipo de trance, ni de estado alterado de la consciencia, sino un modo de focalizar la atención del paciente, que con mucha creatividad se bautizó como atención focalizada. Años de literatura para nada … ahora resulta que todo estaba equivocado.

La frustración hizo presa en muchos hipnólogos. Algunos consiguieron adaptarse a las nuevas fronteras del conocimiento científico, otros por el contrario no. Pese a todos, la nueva revolución cognitiva estaba en la calle, y el cognoscitivismo no dejaba impasible a nadie, ni en la hipnosis ni en la psicología. No vamos a repasar los acontecimientos que comienzan a surgir en la psicología cognitiva que comenzaron con Jerome Bruner y George Mille, porque no es nuestra función, pero en la hipnosis, una vez guardado en luto debido a Erickson, la hipnosis cognitiva reclama su lugar en la hipnoterapia, y no tardaría en conseguirlo.

Los padres a la hora de adaptar la psicología cognitiva a la hipnosis, y con gran imaginación bautizarla como hipnosis cognitiva son indiscutibles, pesa a que muchos otros les gusta atribuírsela. No obstante, Yapko (que se debate entre su fidelidad a Erickson, y su necesidad de evolucionar) y Alladin dan el paso al frente, y nos regalan una abundante literatura sobre las bondades de la hipnosis cognitiva. Son los prolegómenos de la verdadera hipnosis clínica (cognitivo conductual) del siglo XXI. Los jóvenes hipnólogos tienden a ignorar la propia evolución de la hipnosis, como insinuando con su discurso que siempre fue clínica, pero lo cierto es que no es así, nunca fue verdaderamente clínica hasta finales del siglo XX.

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Preguntas frecuentes sobre la inducción en hipnosis

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Referencias

  • Yapko M. D. Trancework: An introduction to the practice of clinical hypnosis (2003).
  • Yapko M. D. Hypnosis and treating depression: Advances in clinical practice (2006).
  • Yapko M. D. When living hurts: Directives for treating depression (1988).
  • Yapko M. D. Hypnosis and the treatment of depressions: Strategies for change (1992).
  • Yapko M. D. Breaking the patterns of depression (1997).
  • Yapko M. D. Treating depression with hypnosis: Integrating cognitive-behavioral and strategic approaches (2001).
  • Alladin A. «Cognitive-hypnotherapy for depression«. 4th European Congress at Oxford (1989).
  • Alladin A. Depression as a dissociative state. Swedish Journal of Hypnosis in Psychotherapy and Psychosomatic Medicine 19: 243–253 (1992).
  • Alladin A. Hypnosis with depression. American Journal of Preventive Psychiatry and Neurology 3: 13–18 (1992).
  • Alladin A. Cognitive hypnotherapy with depression. Journal of Cognitive Psychotherapy 8 275–288 (1994).
  • Alladin A. «Cognitive hypnotherapy for treating depression» en The clinical use of hypnosis with cognitive behavior therapy: A practitioner’s casebook (2006).
  • Alladin A. «Experiential cognitive hypnotherapy: Strategies for relapse prevention in depression«. In Hypnosis and treating depression: Advances in clinical practice, Edited by: Yapko (2006).
  • Alladin A. Handbook of cognitive hypnotherapy for depression: An evidence-based approach (2007).
  • Alladin A. Cognitive hypnotherapy: An integrated approach to the treatment of emotional disorders (2008).
  • Alladin A. and Alibhai A. Cognitive-hypnotherapy for depression: An empirical investigation. International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis 55: 147–166 (2007).
  • Alladin A. and Heap M. «Hypnosis and depression» en Hypnotherapy: A handbook (1991).
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