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Hipnosis regresiva o abreacción

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La hipnosis regresiva o abreacción es un modelo primegenio de primera generación que utiliza un concepto acuñado por Sigmund Freud y Josef Breuer, publicado por primera vez en 1893, y que proviene del verbo «reagieren» (reaccionar), con el prefijo «ab» de varios significados diferentes en su idioma (alemán), similar al prefijo «des» en español.

También utilizaba el concepto de catarsis, del griego «purga» y definido por Aristóteles como la representación o revivición de una tragedia, con objeto de que el problema quede exteriorizado y pueda aliviar a quienes lo padecen.

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La teoría de Breuer daba por entendido que los recuerdos poseen una carga afectiva asociada, que denominó «monto de afecto«, y que podían dar lugar a la «histeria» en algunos casos, dependiendo de como la persona afronta los sucesos de su vida. 

Breuer teorizaba respecto a que si el «monto de afecto» era muy intenso no podría disiparse, permaneciendo ligado al recuerdo y afectando a la conducta en forma de histeria. A este período primegenio de la hipnosis se le denomina «período del método catártico«. Breuer llegó a sostener y publicar que la causa de la histeria se debía a estos recuerdos olvidados, y que para conseguir su disipación con el «monto de afecto» asociado, era necesario un shock de revivición (abreacción) que «limpiase el espíritu mediante una descarga emocional«. A este proceso lo denominó catarsis.

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El orígen de la hipnosis regresiva o abreacción

Sigmund Freud, tomó el modelo de hipnosis regresiva o abreacción de Josef Breuer, aunque también muy influenciado por Charcot (al que admiraba profundamente) propuso que la hipnosis posibilitaría un acceso al subconsciente (concepto acuñado por Janet), donde eliminar el «monto de afecto» mediante la catarsis, utilizando una metáfora de símil a la arqueología: «si se excava suficiente, se llegará a encontrar los restos, que se pueden extraer«, aunque pronto albergaría serias dudas respecto a lograrlo con hipnosis.

Posteriormente Sigmund Freud, se decepcionó rápidamente con la hipnosis regresiva o abreacción al observar su carencia absoluta de fiabilidad, y la fue sustituyendo por la evocación de estos recuerdos sin hipnosis, esto es, en vigilia y por medio de la palabra, dando lugar con ello a la asociación libre, como un procedimiento liberador del subconsciente que denominó «psicoanálisis«.

La diferencia entre ambos procedimientos (hipnosis regresiva o abreacción y psicoanálisis) según manifiesta Chauchard (1971 pp. 21), es que la hipnosis regresiva o abreacción evocaba el recuerdo sumiendo al sujeto en una «inconsciencia relativa» mientras que el psicoanálisis «exploraba el inconsciente evocándolo directamente«.

El conocimiento científico actual desvela que la teoría era incorrecta en su totalidad. Ni la abreacción como método de revivición a modo de evocación del recuerdo funcionaba como ellos pensaban, ni la catarsis disipaba ninguna asociación con el trauma que daba origen a la «histeria«. Hoy sabemos también que tal descripción no se ajusta en absoluto a la realidad clínica.

Igualmente conocemos hoy día que la histeria o «patologías histéricas del útero» no existe como tal enfermedad del sexo femenino, siendo catalogada por primera vez en 1952 como trastornos de la ansiedad, mediante la primera edición del DSM (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), como una variante del CIE (Clasificación Internacional Estadística), ni tampoco existe ningún subconsciente (término acuñado por Janet) al que acceder mediante la catarsis, (catalogado por primera vez en 1958 por Broadbent como procesos psicológicos básicos de la atención percepción y memoria) y desvelándose poco después la arquitectura real de la memoria por Atkinson y Shiffrin (1968), inicialmente definido como «modelo modal o estructural«, y que perfeccionaría a posteri Cowan en 1988, con los procesamientos automáticos y controlados o automatismos rutinarios del aprendizaje.

La hipnosis regresiva. Un modelo fracasado

A pesar de que la totalidad de la teoría de la hipnosis regresiva o abreacción ya se demostraba incorrecta, el método continuó utilizándose en el tiempo, explosionando en la «new age» de los ´60 con Thorwald Defletsen y su regresión a vidas pasadas, encontrando su máximo exponente en la década de los ´80, especialmente en los Estados Unidos, con miles de sesiones de hipnosis regresiva que dieron lugar a un auténtico drama social de falsos recuerdos que resultaban de ellas.

Posiblemente el máximo exponente fue el caso de Paul Ingram («caso Ingram«) acusado por sus hijas mediante hipnosis regresiva o abreacción de abusos sexuales, y que llegó a suscitar tal polémica social, que dio origen a la publicación de un libro («Remembering Satan: Memoria recobrada y la destrucción de una familia«) escrito por el periodista Lawrence Wright, que resultó un «best seller» de la época.

Otros casos relativos al falso recuerdo y relacionados con la falsa personalidad múltiple, saltaron también a la popularidad, como el «caso Sybil«, que publicó también otro «best seller» de la periodista Debbie Nathan, basado en documentos recolectados por la psiquiatra John Hay que atendió el caso.

No mucho después, comenzaron a conocerse los resultados de las primeras investigaciones académicas al respecto de la hipnosis regresiva o abreacción, por parte de Richard Ofshe de la Universidad de Berkeley y con la que publica su obra «Haciendo monstruos: Memoria falsa, psicoterapia e histeria sexual» galardonada con el premio Pulitzer, al que seguirían muchos trabajos respecto a la evocación del falso recuerdo y la arquitectura real de la memoria, como continuación de la obra de Miller en 1956, que abordaba por primera vez la memoria de corto plazo, así como los iniciales métodos de medida de esta memoria de Brown-Peterson y Mandler sobre la organización de la información en la formación del recuerdo, y de Atkinson y Shiffrin de la memoria a corto y largo plazo, paralelas a las publicaciones de Tulving y Osler de la especificidad de la codificación de la memoria, y de Collins y Quillian respecto de los modelos iniciales de la memoria semántica.

Sin embargo, al amparo de esta «moda» de la «new age«, surgen los primeros gurús de la hipnosis regresiva o abreacción, cuyo máximo exponente es el psiquiatra Brian Weiss quien lleva el delirio a al máximo posible, utilizando la hipnosis no sólo como un método para generar falsos recuerdos de regresión a vidas pasadas, sino también como una proyección a imaginarias vidas futuras, publicando nueve novelas que le proporcionarían un importante rédito económico, siendo la más vendida «Muchas vidas, muchos maestros«, que publica en 1988.

En esta época, el conocimiento científico de los procesos psicológicos básicos (atención, percepción y memoria) avanza notablemente, y en el aspecto específico de la memoria Cohen y Squire empiezan a definir la memoria declarativa como aquella memoria de la se tiene conciencia, mientras Tulving clasifica la memoria procedimental, enterrando el concepto de «inconsciente» como parte de la psicología, así como la memoria proposicional. Poco después, Anderson establece la teoría de las redes asociativas, sepultando definitivamente los viejas teorías de Breuer, mientras Graff y Schacter establecen la distinción entre memoria explícita e implícita.

A partir de este momento, la expresión «subconsciente» de Janet, se sigue utilizando en las psicoterapias sólo como una tradición lingüística histórica (una forma de hablar), y naturalmente en el siglo XXI ya no se corresponde con ninguna función psíquica real, tratándose de un concepto obsoleto y superado.

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La hipnosis regresiva o abreacción definitivamente descartada

En una línea de tiempo similar, aparecen los primeros estudios del neocotex, que buscando la resolución de las amnesias focalizadas que producen dificultades cognitivas y de aprendizaje, se encuentra y resuelve por primera vez el término fabulación o confabulación, que públicamente pasó a ser conocido como el mecanismo de los «mentirosos honestos» con problemas para recordar su pasado, originando vívidos fluidos y detallados relatos de sucesos que afirman con total convicción haber tenido en etapas tempranas de su vida.

Se define como el «síndrome de Korsakoff«, y ocurre a personas con lesiones del lóbulo frontal, o en las fases iniciales de recuperación quirúrgica de aneurismas en la arteria comunicante anterior. Baddeley y Wilson estudiaron este síndrome y cómo participa la memoria autobiográfica, descubriendo que aquellos procedimientos que procuran un prolongado intento de recobrar información de difícil o imposible recuperación, conduce a la activación automática, y no siempre temporal, de asociaciones entre conceptos no relacionados realmente.

Se establece que los procedimientos coercitivos como la interrogación y la regresión mediante hipnosis, procuran en prácticamente todos los casos esta reacción, aflorando el recuerdo falso o falsa memoria, que precipitaría un «síndrome de Korsakoff«, en este caso inducido por el terapeuta, como ya pasaba con el «síndrome de personalidad múltiple» y que pasó a definirse como «síndrome del falso recuerdo» (False memory syndrome FMS), y que demostrarían los trabajos de Loftus y Pikrell.

A pesar de este notable avance en el conocimiento científico sobre la fabulación inducida, también denominada «rebirthing«, y catalogada como «síndrome del falso recuerdo«, donde su máximo exponente internacional sería Elizabeth Loftus profesora titular de la Universidad de California, la práctica de la vieja «hipnosis regresiva o de abreacción» de Freud y Breuer, muy lejos de extinguirse ante la evidencia, se expande alentada por gurús como el psiquiatra Brian Weiss, alimentada por una psicología social de la «new age«, que se muestra muy propensa a inclinarse hacia lo paranormal, los fenómenos ocultistas y la espiritualidad.

De hecho, la influencia social de la época, llegó al punto de inaugurar nuevos departamentos de algunas universidades al estudio de esta fenomenología, que pasó a denominarse parapsicología, y que llegó a tener una cierta consideración social. A este fenómeno se le definió en la década de los ´90 como «pseudo-ciencias» definiéndose como una huida hacia lo epistemológico, y que centra sus prácticas discursivas en lo espectacular que hay en ella (Dawkins 1998, Gardner 1981, Randi 1982, Shermer 1997). Lo que las pseudo-ciencias populares hacen, según especifica Sagan (2000), no es otra cosa que un apoyo emocional en episodios de desesperación en las personas.

Por tanto, las pseudo-ciencias ofrecen promesas a cuestiones que la ciencia no ha encontrado forma de satisfacer. La necesidad humana de la fe y la confianza en una figura externa que sabe qué hacer y cómo hacerlo, es inherente a muchas culturas, especialmente en tiempos de incertidumbre propios de la sociedad del riesgo (Beck 2005) o de una modernidad poco ilustrada (Bauman 2005).

En este conjunto de pseudo-ciencias propias de la «new age» aparece también la ufología que alcanzó su máximo esplendor en la década de los ´80, donde los encuentros con extraterrestres y sus abducciones suponían una inquietud social elevada. En este contexto la hipnosis regresiva participa activamente en las pseudo-ciencias, realizando repetidamente sesiones a supuestos abducidos, que alcanzaron relevancia tanto social como cinematográfica.

La inquietud social de la época sobre esta fenomenología no debe ser menospreciada, puesto que condicionó educacionalmente a una generación, como bien demuestra la multitud de películas referentes a esta temática, algunas de ellas de importante éxito cinematográfico como encuentros en la cuarta fase, E.T, La cosa (sólo por citar las más populares) … entre otras muchas, así como documentales, programas de radio de enorme influencia social, y publicaciones escritas especializadas (revistas) de gran difusión, prácticamente igual en todos los países occidentales.

Los falsos profesionales denominados hipnoterapeutas

La figura del hipnoterapeuta de la época entregado a la hipnosis regresiva o abreacción en materia paranormal, ufológica o espiritual (vidas pasadas) se consideraba normal, respetada y frecuente, mientras que el psicólogo dedicado a la práctica clínica era mucho menos frecuente y reconocido, con frecuentes y habituales disputas en las que participaban las asociaciones de unos y otros.

Especialmente activa por parte de los psicólogos dedicados únicamente a labores clínicas se mostró siempre la A.P.A. (American Psichological Association) en conjunto con la A.S.C.H. (American Society of Clinical Hypnosis) en Estados Unidos, quienes tenían por costumbre lanzar con frecuencia campañas de reprobación y desprestigio contra los hipnoterapeutas dedicados a las prácticas regresionistas y esencialmente representados por la N.G.H. (National Guild of Hypnotists) donde todo era válido.

A ese clima crispado de la hipnosis, es necesario añadir que Elizabeth Loftus nunca logró validar el síndrome de falso recuerdo de forma científica, y ni el DSM ni el CIE llegaron nunca a reconocerlo, lo que supuso que en enero de 1996 presentase su renuncia en la A.P.A. Todo parecía indicar que la fundación del síndrome de Falso Recuerdo estuviese formada principalmente por padres acusados de abuso sexual infantil para cuestionar tales acusaciones, tampoco ayudó. Todo ello fue aprovechado como un triunfo por quienes practicaban la hipnosis regresiva o abreacción.

Por otra parte, los psicólogos especialistas en hipnosis que comenzaban a practicar otros modelos como la hipnosis Ericksoniana, que en aquella época se establecía como clínica, incurrían en fraudes como generar asociaciones falsas, con objeto de convocar congresos a precios estremecedores. Estos conflictos ayudados de la modas y preferencias sociales de la «new age«, hacían poco previsible que el modelo de hipnosis regresiva o abreacción desapareciera.

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El final de la hipnosis regresiva o abreacción

Ajeno a los conflictos antes mencionados, el conocimiento científico sigue su avance imparable, y comienzan a explicarse de forma empírica los procesos cognoscitivos, fundamentalmente de la mano de Howard Gardner con su conocida obra «The mind’s new science. A history of the cognitive revolution» que publicó posteriormente en 1985, mientras paralelamente a mediados de la década de los ´70, se crea la Fundación de la ciencia cognitiva y comienzan a aparecer las primeras publicaciones de gran prestigio en el campo, como la revista Cognitive Science, pionera entre otras muchas que surgirán más adelante.

Es precisamente a partir de este punto de la historia, cuando se explica de forma científica y plenamente aceptada los sesgos cognitivos, y se define específicamente el «sesgo de memoria» como una modalidad del sesgo cognitivo o distorsión cognitiva, que puede desvirtuar las intervenciones de la memoria de largo plazo. Queda establecido a principios de los ´80 que el sesgo de la memoria puede alterar el contenido de los recuerdos evocados y precipitar relatos erróneos.

También queda establecida poco después, la falacia de la regresión o falacia del retroceso en el contexto de las distorsiones cognitivas, como la falacia en la que se asume una causa o relato que no existe. A esta falacia de las distorsiones cognitivas se la denomina de retroceso, porque se produce siempre que se asocia una causa simple a la desaparición o evocación de un recuerdo, precipitando las supersticiones y el pensamiento mágico, que también pasa a ser considerado otra distorsión cognitiva. Todo ello concedía la razón (no reconocida previamente) a Elizabeth Loftus y su síndrome de falso recuerdo.

El desarrollo pleno de los procesos cognoscitvos y sus sesgos (distorsiones), queda establecido de una forma definitiva a finales de los ´80, y supone la aceptación plena por la comunidad científica de la falacia de la regresión y el pensamiento mágico, que es el equivalente al sindrome de falsa memoria, otorgando credibilidad nula a los procesos de hipnosis regresiva o abreacción, incluida la hipnosis forense como herramienta de evocación del recuerdo a testigos presenciales de un delito, y eliminándose definitivamente de los procedimientos forenses.

La mayoría de psicólogos ilustrados y psicólogos expertos en hipnosis, abandonaron en este punto la práctica de la hipnosis regresiva o abreacción, dejando a Freud y a Breuer sumidos en el recuerdo de la historia, como también sucedió en la psicología clínica, produciéndose al mismo tiempo un efecto de negación. De repente, ningún psicólogo de prestigio reconocía haber practicado la hipnosis regresiva, al igual que ningún psicólogo de prestigio reconocía haber practicado nunca el psicoanálisis.

Todo parecía indicar el final definitivo de la vieja y obsoleta práctica catártica de abreacción, sin embargo, la aparición de los gurús, que obliga a citar siempre a Brian Weiss, quien ve su carrera como psiquiatra sacrificada, y por tanto, sin nada que perder ya por la publicación de sus libros, establece una red de cursos e institutos, donde acude personalmente a difundir esta práctica.

Dado que los psicólogos de reputación habían abandonando ya esta modalidad de hipnosis, rendidos a la evidencia científica de la falacia cognitiva, se genera una escasez laboral de oferta en servicios de este tipo, que es aprovechado por nuevas hordas compuestas fundamentalmente por personas con ilustración mínima y trastornados, que no necesitaban de ningún conocimiento específico en psicoterapia para ejercitarla, y que naturalmente se acreditan como hipnoterapeutas.

Esto nos sitúa cronológicamente en la década de los ´90, donde lejos de desaparecer la práctica de la hipnosis regresiva o abreacción, a pesar de estar corroborada científicamente la falacia, aumenta significativamente, pero a diferencia del pasado, quienes la practican son mayoritariamente personas sin perspectiva de la historia de la hipnosis, que desconocen completamente, y no gozan de ningún prestigio profesional.

Aun queda también algún psicólogo «espabilado«, o en dificultades económicas, que a pesar de haber tenido una formación empírica, caían en prácticas vergonzantes procuradas con tal de conseguir clientes. Si a estos hechos, se añade que la hipnosis de salón o de espectáculo nunca se consiguió erradicar del todo, ya que los ilusionistas veían en ella un segmento de su profesión, se produjo una de las paradojas más peculiares de la ciencia.

Mientras la hipnosis acumulaba más y más trabajos de investigación, con ayuda de las últimas tecnologías, como la resonancia magnética y la tomografía computerizada, y su corroboración científica alcanzaba el cenit, su prestigio y credibilidad social disminuía progresivamente, así como su demanda.

Como es natural, estos hechos suscitaron las iras de los psicólogos expertos en hipnosis, que presionaron cada día más con la evidencia científica, hasta conseguir que la hipnosis regresiva o abreacción cambiase su nombre a técnicas regresivas, para evitar su relación con la hipnosis.

En el siglo XXI aún continúa existiendo esta modalidad, pero actualmente es un patrimonio prácticamente exclusivo de hipnoterapeutas de la vieja guardia con poca o ninguna ilustración, que nunca lograron adaptase al avance del conocimiento científico. El modelo está completamente superado, y hoy ya pertenece a la historia de la hipnosis, aunque su nefasta influencia social ocasionó tal perjuicio al prestigio de la hipnosis clínica, que en realidad la hipnosis nunca logró recuperarse.

Preguntas frecuentes sobre la hipnosis regresiva o abreacción

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Referencias

  • Pérez J. Coordinador del Grup de Treball d’Hipnosi Clínica del Col·Legi Oficial de Psicòlegs de les Illes Balears.
  • Cuevas J. Profesor asociado de psicología social de la Universidad de Málaga. Vicepresidente de la Asociación Ibero-Americana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP).
  • Stevenson I. Twenty cases suggestive of reincarnation. University Press of Virginia (1988).
  • American Psychological Association. Division 30. Definition and Description of Hypnosis (2018).
  • Fine C.G. Cognitive behavioral hypnotherapy for dissociative disorders. American Journal of Clinical Hypnosis 54 331-352 (2012).
  • Jensen M.P., Adachi T., Pires C., Lee J., Osman Z. & Miró J. Mechanisms of Hypnosis: Toward the Development of a Biopsychosocial Model. International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis 63 34-75 (2015).
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