Depresión. Descripción y síntomas

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La depresión es un trastorno que se caracteriza por un sentimiento de tristeza, decaimiento del ánimo, pérdida de interés o anhedonía, y una dificultad para de disfrutar de cualquier experiencia o distimia.

La depresión se puede prolongar por un extenso periodo de tiempo, afectando a la vida cotidiana y las relaciones psico-sociales.

La depresión está considerada como el segundo trastorno mental más relevante en cuanto al grado de discapacidad que propicia, y el gasto social que origina.

La depresión puede convertirse en un trastorno crónico, y procura un 8% de riesgo de muerte por suicidio entre las personas que la padecen. Presente desde tiempo inmemorial, la depresión no hace distinción de edad, género, estilo de vida, ni economía.

¿Qué es la depresión?

¿La depresión es un trastorno neurológico o es una respuesta al estrés que presenta una incapacidad para poder afrontarla?.

Esta ha sido la gran cuestión que abordó el conocimiento científico durante años, y la realidad es que ambos conceptos son correctos, por lo que se deben considerar dos formas básicas de depresión, que serían la depresión exógena y endógena.

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La depresión exógena (o reactiva) es aquella que obedece a una causa externa usualmente bien definida y conocida, como podría ser la pérdida de un familiar o un ser amado, una pérdida económica o de posición social, una enfermedad, etc.

Por el contrario la depresión endógena, no tiene una causa externa relevante, lo que nos conduce a considerarla un trastorno neurológico, como ocurre con el trastorno bipolar (antes maniaco depresivo) o unipolar (depresivo). En realidad los estímulos depresivos son multifactoriales, y todos ellos tienen como denominador común unos estresores cuyo valor emocional sólo es percibido por la persona afectada.

Este valor emocional cambia con cada persona, de forma que la experiencia de cada individuo es variable en la respuesta. Dicho de otra forma, el estrés es un estímulo importante para que la depresión reactiva se produzca, pero sin que pueda separarse otros cambios fisiológicos y hormonales que concomitan con el estrés.

Por tanto, se puede decir que la llamada depresión exógena depende de ambos factores, el estímulo ambiental estresor y la biología (genética, bioquímica y molecular) que pueden determinar diversas alteraciones en la homeostasis y, por tanto, en la función cerebral.

Síntomas de la depresión

Los síntomas característicos que definen los trastornos depresivos son un ánimo bajo y una energía claramente reducida que suele ir acompañada de una pérdida del interés.

Es frecuente una concentración baja, pérdida o reducción de la autoestima, pensamientos de culpabilidad o catastrofistas, e ideas auto-destructivas o de suicidio, con alteraciones del sueño y del apetito.

El papel que juegan los factores neurológicos en esta patogénesis que presenta la depresión se han supuesto desde la antigüedad, pero no pudieron ser demostrados hasta el siglo XX, donde se pudo determinar que los factores genéticos y los factores bio-químicos en forma de alteraciones de neurotransmisores son determinantes.

También se ha podido observar que los factores psico-sociales como experiencias muy adversas y dificultades muy difíciles de superar, así como eventos indeseables en la vida, una socialidad muy restringida o inexistente y una baja autoestima suelen precipitar los trastornos depresivos.

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Factores genéticos de la depresión

La influencia genética resulta muy obvia en personas con trastornos depresivos graves, y que por tanto presentan un cuadro de depresión endógena.

La co-morbilidad en parientes de primer grado (padres, hermanos o hijos) está corroborada en todos los estudios que se han llevado a cabo.

También se ha observado que los estímulos sociales o

educativos son poco relevantes en estos casos. Los marcadores genéticos potenciales que se han hallado en este tipo de casos, son los cromosomas X, 4, 5, 11, 18 y 21.

En un conocido estudio se hicieron ensayos para localizar que tipo de experiencias estresantes podían conducir a la depresión en algunas personas, encontrando que un polimorfismo funcional del gen transportador de la serotonina (5-HTT) modulaba la influencia que estas experiencias estresantes podían tener en la adquisición de una depresión. Los individuos con una o dos copias del alelo corto del 5-HTT mostraron síntomas depresivos más severos y tendencias suicidas en comparación con aquellas personas con un solo alelo.

Ese conocido estudio epidemiológico aporta la evidencia clínica necesaria que demuestra la interacción genético-ambiental, mediante la cual se establece que la respuesta de una persona a los estímulos ambientales está directamente determinada por su genética.

La depresión una vez instalada en la conducta, procura niveles anormales de serotonina (5-hidroxitriptamina, 5-HT), norepinefrina y dopamina, que son neurotransmisores aminérgicos que actúan en las neuronas del sistema nervioso central.

¿Fumar nos hace más propensos a la depresión?

Se ha podido demostrar que fumar inhibe la monoamino-oxidasa B, una enzima que participa en la degradación de la dopamina y de la monoamino-oxidasa A, facilitando el inicio de procesos depresivos. Varios estudios clínicos y de laboratorio han revelado la participación de los receptores nicotínicos en la acetilcolina (nAChRs) durante varias funciones cerebrales complejas como la memoria, la atención y los procesos cognoscitivos, pero también en la patogénesis neuro-psiquiátricas como la enfermedad de Parkinson y el Alzheimer.

Por el contrario, otros estudios relevantes indican que la nicotina ha sido usada con éxito como un tratamiento único o complementario en enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, el desorden de déficit de atención e hiperactividad, así como en la depresión, y que fumar en estas personas podría representar una forma de auto-medicación en este tipo de enfermedades. No obstante, el uso terapéutico de la nicotina está muy limitado debido a sus efectos carcinogénicos y cardiovasculares.

En un trabajo reciente se evaluaron los niveles de depresión que podían sufrir las personas durante diversos tratamientos para la adicción al tabaco con 224 fumadores. Se pudo corroborar que el 4% de ellos iniciaron síntomas depresivos durante el curso el tratamiento (4 hombres y 6 mujeres). Sólo 2 de estos 10 casos consiguieron una abstinencia hasta el final del tratamiento. Aquellas personas que no mostraron síntomas depresivosdurante el tratamiento, tuvieron menos dificultades con la abstinencia. En general, todas aquellas personas que experimentaron un episodio de depresión durante el tratamiento volvieron a fumar rápidamente.

La evidencia claramente indica que aquellas personas que durante un tratamiento para la dependencia del tabaco, experimentan episodios de depresión durante el tratamiento, recidivan en todos los casos. Otros estudios científicos también indican que consumir determinados suplementos deportivos como la creatina supone un buen coadyuvante a cualquier tipo de tratamiento.

Anatomía de la depresión

El modelo neuro-anatómico de la depresión comprende la corteza prefrontal, el complejo amígdala-hipocampo, el tálamo, los ganglios basales y las conexiones neurológicas entre estas estructuras. Se posee evidencia de que los dos principales circuitos neuro-anatómicos involucrados en la depresión son el circuito límbico-talámico-cortical, que incluye la amígdala, los núcleos dorsomediales del tálamo, y la corteza pre-frontal, tanto la medial como la ventro-lateral, así como el circuito límbico-estriado-pálido-talámico-cortical. De acuerdo con este modelo, los trastornos depresivos podrían ser el resultado de una disfunción o anomalía en alguna parte de estos circuitos, que en combinación con los factores ambientales, tengan como consecuencia un desorden depresivo.

Los modernos descubrimientos con técnicas de neuroimagen han proporcionado nuevas oportunidades para el estudio de la anatomía funcional del cerebro. La tomografía computada de emisión de fotón único (SPECT) y la tomografía por emisión de positrones (PET) han sido usadas para los estudios mencionados, así como escáneres de alta resolución y resonancia magnética por espectroscopia (MRIe) para estudiar la neuro-química cerebral in vivo.

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Preguntas frecuentes sobre la depresión

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Referencias

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